Cuando era pequeña, no pensaba en un príncipe azul, si no en Jean Bautipste Grenouille, no pensaba en unicornios ni hadas, si no en cronopios y no creía en castillos si no laberintos donde adentro esperaba un asterion muerto.
Recuerdo ahora que la sola idea de una pareja, incluso de pequeña me aburría, o no me parecía necesaria, y me siento el cuadrado negro sobre el fondo blanco, luego crecí y fui perdiendo amigos y parientes, y luego me imaginé alguna idealización de lo que me permitía y no, de los arquetipos que quería romper por pura fascinación, suponía que asi me libraría de algún yugo tan fuerte como invisible para algunos ojos.
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